martes, 28 de febrero de 2012

El mundo seguirá creciendo.

En la actualidad hay más de siete mil millones de personas sobre la tierra. A esta cifra se le pueden sumar alrededor de 95 millones más cada año. La ONU calcula que hacia el 2.050 la población mundial podrá alcanzar los 11.000 millones de personas.
Este crecimiento descontrolado de la población mundial está provocando un importante deterioro medioambiental. Este deterioro tiene un impacto especial en los países del “Tercer Mundo”. La pérdida de bosques y especies animales junto con la contaminación de lagos, ríos y océanos se está haciendo patente en estos países que albergan a tres cuartas partes de la población total del mundo.
La causa de que estos países sean los que más sufran los efectos de la explosión demográfica es la pobreza. La escasez de recursos económicos les ha conducido a realizar una sobreexplotación de los recursos naturales que van a parar a los países ricos. Los países más pobres han visto cómo sus mejores tierras y sus mejores recursos son explotados por los países ricos. Esta situación es una espiral ya que la pobreza contribuye a un crecimiento de la población porque estos países necesitan más personas para trabajar en el campo y poder vender los productos a los países del “Primer Mundo”.
La falta de alimentos, el agotamiento de los acuíferos y la deforestación están empezando a afectar a las perspectivas económicas de todo el mundo. Sin embargo, el principal problema no es la cantidad de recursos. El mayor problema es el desigual reparto que se hace de ellos. La población de Estados Unidos supone, más o menos, el 5% de la población mundial. Sin embargo, este país consume alrededor de la mitad de todos los recursos no renovables del planeta.
Donde mejor se puede apreciar esto es en el caso de la alimentación. Mientras la gran mayoría de la población, que reside en los países con peores condiciones económicas, sufre hambrunas y desnutrición o están en riesgo de sufrirlas, una gran proporción de la población de los países ricos es obesa debido a la sobrealimentación. Esto provoca que en los países con mejores condiciones económicas se hayan triplicado los casos de diabetes y cáncer. El aumento de estas enfermedades puede deberse a un consumo excesivo de grasas animales.
Podemos encontrar distintas causas de este acelerado crecimiento de la población. La principal es la disminución de la mortalidad. El descenso de las tasas de mortalidad se debe a los avances sanitarios, económicos y tecnológicos. Gracias a estos avances fue posible que desaparecieran distintas epidemias y se difundieran nuevas técnicas para la industria. La aparición de estos avances se produjo en los países más ricos que contaban también con altas tasas de natalidad. Ambos factores unidos provocaron que la población mundial creciera de manera desorbitada.
De forma paralela a estos avances comenzaron a disminuir las tasas de natalidad de los países que estaban industrializándose. Las innovaciones sanitarias y los avances industriales llegaron a los países más pobres. Esto también causó que su mortalidad decreciera, sin embargo, la natalidad no ha seguido el mismo progreso. Por ello nos encontramos ante una gran reducción de la mortalidad junto con una reducción ligera de la natalidad a nivel mundial. Esto causa que tenga lugar la conocida “explosión demográfica”.
África es el continente en el que podemos encontrar un mayor crecimiento de la población debido a las altas tasas de fecundidad de la gran mayoría de sus países, sobre todo en los del África Subsahariana cuya tasa de crecimiento oscila en el 3%. Las previsiones sobre la población del continente africano aseguran que podría llegar a los 1600 millones de personas en el 2025.
Europa, sin embargo, es el continente en el que se produce un menor crecimiento de la población con tasas del mismo inferiores al 1% o, incluso, con valores negativos en países como Alemania o Italia. Lo que provoca el escaso crecimiento del continente europeo es la bajísima natalidad con la que cuenta y un aumento de la tasa de mortalidad debido, sobre todo, al envejecimiento de la población.
Estos dos continentes son el mejor ejemplo de que los recursos naturales del planeta son un todo que se reparte entre unos pocos.
Montoya Martínez, Juan Antonio

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