miércoles, 5 de octubre de 2011

De lo que el verano se llevó...


Que no existen las estrellas en Madrid no es nuevo, que las eche de menos tampoco y que, de todas formas las busque, ya no me sorprende. De nuevo volví, y recordé ese viejo sitio, poco visitado, menos leído y nada comentado en el que escribía mis cosillas. Lo cierto es que desde marzo vuelvo a vivir y se me había olvidado escribirte, o tal vez no tenía nada que decirte… abril pasó “sin pena ni gloria” Jesús volvió a morir y a resucitar. Mayo me hizo revolucionario y viví en una plaza de Madrid, cubrí unas elecciones, teñidas de azul todo hay que decirlo, y volvimos a ver a Santa Quiteria en su cerro. Junio se desarrolló entre libros y apuntes y también con algo de esa plaza de mayo, aunque más periodísticamente hablando, con un “padre” ejemplar y una nueva radio en el mundo, y el mes llegó a su fin para poner el broche a un año de revoluciones en todos los sentidos. Julio empezó revolucionario y continuó micro en mano y a por la noticia y también termino por revolucionarse aún más y, aunque no vivimos en ella, tomamos cada jueves la plaza. Agosto le añadió a ese micro un periódico y una cámara de fotos que convivieron conmigo, con la ginebra, el limón y, cómo no, con la pólvora de Barrax. Septiembre no sólo trajo un resfriado y la Feria, sino que, a pesar de que seguía sin vivir en una plaza seguí tomando una… un verano intenso que se resume en dos milagros y un “periodista” bajo las estrellas que oculta Madrid y que enseña la Mancha…