
Después de numerosos intentos logró ponerse bien su chaqueta, recogió el sombrero, no se sabe muy bien cómo, saco uno de los últimos cigarros de su pitillera y se lo llevó a la boca.
-¿dónde está mi mechero?
-creo que lo dejaste en la mesilla, al lado de las gafas. Respondió su esposa.
-miraré.
Tras unos interminables segundos volvió al comedor, miró a su esposa que tenia aun la cara llena de lágrimas, encendió su pitillo y abrió la puerta.
-nunca me costó tanto separarme de ti, cruzar esta puerta es hoy algo pesado, me siguen doliendo los brazos, aun no veo con claridad y creo que ese último chupito de tequila no me ha sentado bien…
Después de un sentido suspiro dio un paso, y se paro en seco. Algo el agarraba más de lo que nunca hubiera pensado y de repente se vio de nuevo pasando a la habitación y viendo su corazón hecho trizas…el veneno de un engaño, el vacío de una traición y los deseos de seguir engañado, de no saber nada, de ignorarlo, como desde hace 20 años lleva creyendo que hace…
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