miércoles, 30 de marzo de 2011

mi querido, mi viejo, mi amigo..

Ojos azules, penetrantes, mirada inquieta. Pocas palabras le bastan, sencillo y esquivo a veces. Manos gastadas, demasiado usadas, el Vulcano de la familia, que injusta es la vida cuando ves que poco se valora al que trabaja con sus manos, al que hacía arte con sus manos.

Espejo en el que mirarse, y si no te encuentras hazle sonreír, ahí te verás reflejado en su mundo que pocas veces comparte con el resto. El pelo cano, muestra de su pasado y señal de su futuro.

Vivo, activo, tenaz, inquieto con ganas de ver una vida mejor que la que ya ha visto. Consejero, vergonzoso y dormilón; puede que solo duerma para ver un mundo en el que todo es perfecto, en el que no hay dolor, pasado injusto, presente inadmisible y futuro incierto.

No te dirá lo que se alegra de verte con palabras, te lo dirá ocultando con hombría esas pequeñas lágrimas de niño pequeño que simulamos no ver, para evitar que las nuestras también caigan. También te lo dirá con esa sonrisa que no puede borrar, por lo menos la primera hora en la que está a tu lado.

Se afeita a diario porque ya lució su barba de joven, le gusta el pelo corto, a pesar de que a los demás nos guste perdernos en sus rizos cuando se lo deja crecer, y a veces sin avisar nos sorprende con esos aros, ya grisáceos, que guardaré en mi memoria, y no sólo por envidia sana, toda mi vida.

Siempre ha vivido su vida al máximo, y por muchos caminos que recorra, nunca llegaré a acercarme a la mitad de las vías que el llegó a conocerse de memoria. Noches en vela, y para ser justos, muchas por mi culpa.

Cuando está despierto le gusta pasar desapercibido, pero cuando duerme se hace notar, respiración fuerte, ronquido, se despierta y vuelve a dormir. Hombre de la vieja escuela, se acuesta pronto y se levanta temprano. Cuantas veces te he oído levantarte antes de que yo me fuera con Morfeo, y ambos, estoy seguro, hemos disimulado no oírnos. “Aves nocturnas” cómo tu nos llamas.

A veces es serio y otras lo convenzo y le hago repetir cualquier tontería, bromista observador y paciente. Se queda con los pequeños detalles, los que muchos dejamos pasar, aunque a veces no hable de ellos.

Pasó el último verano pegado a una radio y le emocionaba escuchar una voz cercana, a la que corregía en sus defectos y le exaltaba las virtudes. No te imaginas cómo me gustaba ser esa voz y saber que tú eras uno de mis oídos.

No dice te quiero, lo demuestra, tal vez no se te acerque cuando te ve cabizbajo, simplemente por el miedo a no saber que decir, a no ser bien recibido o simplemente por vergüenza. Pero se preocupa, y sin que tú lo sepas le pregunta a alguien, y se queda tranquilo creyendo que no le oyes.

Me encanta ver como le tiembla la voz cuando quiere decirte algo importante y no sabe como, por miedo a equivocarse, a molestarte y lo fácil que lo hace cuando le das un mínimo de confianza.

Maduro y con mucho por delante, hombre de paseos al que le gusta la comida caliente y un vaso de vino tinto. Manchego empedernido, de esos que llevan navaja, y lo que es mejor, de esos que saben usarla.

Tiene defectos, como todos, y tiene virtudes que puede que yo nunca llegue a tener, pero seguiré esforzándome, día a día, para ser un poco más cómo tú, papá…



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