miércoles, 10 de noviembre de 2010

con las manos en los bolsillos...

Las manos frías, será que el tiempo no acompaña, pero ¿qué
haces si tu espacio de pensar es la ventana? Ver las nubes
pasar y buscar esa salida. Buscar una salida ¿de qué? ¿Cómo
encuentras una salida si no sabes de dónde tienes que salir?
En noches como esta, en las que el viento choca contra las
paredes y lo puedes notar, regresan los recuerdos, los
recuerdos son los únicos que pueden hacerte entrar en calor
cuando el mundo te es tan ajeno como tú le eres a él. El
otoño, esa época en la que las personas nos ponemos más
ropa y los árboles se desnudan, época que inspira a los
poetas. Para mi no es más que la antesala del invierno, o el
patio trasero del verano. Otro otoño más, pero diferente, me
siento inquieto y busco una salida, el único inconveniente a
esa búsqueda es que no se de donde debo salir, ¿dónde me
encuentro? Miraría las estrellas, como tantas noches he
mirado, pero es Madrid, y Madrid es el escondite perfecto
para las estrellas, también para las personas que no
encuentran su sitio, o que creen haberlo perdido. No hay
respuestas, sólo esperanza, pero ¿esperanza de qué? Miro
dentro de mi, para encontrar repuestas a todas esas preguntas que me hago y solo encuentro
sensaciones, sensaciones y dudas. Puede que haya dejado de comprenderme, o puede que la
ventana no sea el mejor sitio para pensar, porque, aunque me aclara la mente, me deja con las
manos frías…

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