
Se giró la llave, después de llenar el maletero con las cosas que te han acompañado durante estas “largas vacaciones”. El coche subió la rampa del garaje y SORPRESA llovía, sabía que Albacete me daría una despedida de las suyas, no podía dejarme ir indiferente de las cosas que tanto han significado para mí. Me despedía con lluvia, lluvia que me ha acompañado durante estos días, sé que no suele llover mucho por allí, por eso veo mejor su trato, la ha guardado para cuando pudiera verla. Lluvia melancólica, como Tú eres, como yo te he hecho que seas para mi, vida, latidos esperanzas, miedos, en definitiva Tú, Albacete. Mira si te conozco desde hace años y siempre me enseñas algo nuevo, algo que me ata más a ti, algo que me ata más a tu gente, mi gente, nuestra gente. Recuerdo como llegaba, con sol y algo de sueño, con pilas no se si cargadas, por lo menos eran pilas diferentes a las que usamos allí. Han sido días intensos en los que no sé aun decir bien cómo me he sentido, tus llanuras que tan pronto hacen desplantes con la sierra de Alcaraz me han hecho sentir un poco indefenso, puede que me han llevado a actuar de forma equivocada, pero el agua pasada no mueve molinos, o eso dicen, y el Júcar puede que se haya llevado esos momentos de los que ambos pretendemos olvidarnos. El pequeño monte que oculta Barrax cuándo vas desde
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